«En
esta colección de cuentos, Kianny Antigua desempaña ventanas para
retratar los sótanos interiores del carácter humano. Sin pestañar, su
prosa exhala un mundo a la vez brutal y jocoso, agudo y obtuso,
fragmentado y entero. Aquí, la vida cotidiana reparte palizas «con la
agilidad de un cañero abriéndose camino en plena zafra», como hace la
madre del adúltero en unos de los relatos. El tragaluz del sótano
insiste en penetrar el ojo del lector con astillas de vidrio que
resisten parpadeo. Antigua usa la amplia brevedad de poeta para explorar
el impulso primitivo de personajes que muerden la oscuridad para probar
el más mínimo rayo de luz».
Nelly Rosario
«Entre los elementos a destacar en la obra de Kianny Antigua hay dos que
me parecen dignos de recordar: el primero es el humor. Una fina ironía recorre
toda su escritura impregnando a sus historias de un elemento lúdico, necesario
para que, al igual que como transcurre en la vida, todo fluya. El segundo es el
dominio que tiene la autora de las leyes de la verosimilitud, pues pasa de lo
real a lo fantástico con una naturalidad pasmosa».
Ramón Gil
«Kianny N. Antigua se crece hasta una altura de
cenáculo cuando trata el aspecto erótico, pues lo hace de forma fina y sin
dejar de revelar el detalle descarnado de las escenas que así lo ameritan. De
igual manera atrae a lo largo de El tragaluz
del sótano cuando muestra una prosa que nos va sorprendiendo con ráfagas
poéticas de sumo encanto. En el conjunto de cuentos reunidos en este volumen,
la autora trata las historias tal y como las ve y logra, como señalan los
especialistas, que con el punto de vista del narrador aquiescente, en sus
personajes se perciba el azar perdiendo verosimilitud y disolviéndose en la
sensación de destino».
Avelino Stanley
«A la hora de narrar, en Kianny Antigua, los
preceptos, las leyes y las fórmulas establecidas por los maestros del género no
son imprescindibles. Ella deja correr sin frenos su imaginación y su
creatividad y, en ese discurrir, nos muestra sus criaturas y el lado más oscuro
de ellas sin disimulos y falsos pudores; porque existen historias que no pueden
sujetarse a la hora de ser contadas. En El
tragaluz del sótano los personajes están por encima de los artificios, de
las técnicas y la retórica. Son entes cotidianos que logran revelarnos
libremente su mundo interior. La voz de la narradora con su intensidad y pasión
nos provoca y nos deleita. Como dice Borges: ‘hay estilos que no permiten al
autor hablar en voz baja’».
Osiris Mosquea«Leyendo los cuentos de Kianny se advierte que las historias, cada una con su alcance propio y sus límites particulares, parecieran contarse en directo, los diálogos se leen, pero a la vez parecen susurrársenos al oído en una especie de transmutación telekinésica, no en sentido real, porque el puro realismo es una farsa, sino en el sentido de percepción sensorial que producen verbos, sustantivos y vocablos interpuestos sabiamente con un fin estético y unificador. Puede ser que la autora en su proceso creativo, ya sea consciente o inconscientemente tuvo en cuenta la anécdota citada por Foucault al analizar la pintura en "Las palabras y las cosas", sobre "el consejo que el viejo Pacheco dio, al parecer, a su alumno cuando éste trabajaba en el estudio de Sevilla: "La imagen debe salir del cuadro". En todo cuento relatado que pueda considerarse relevante, como en el caso de estos cuentos de Kianny, la acción debiera salirse de las páginas, llevarnos al límite, a cierta asociación mágico-simbólica con las signaturas, cualquiera sea la emoción o el drama que su autor intente proyectar en el texto».
Joel Regalado
«Otro elemento a resaltar, el que me parece más
relevante y mejor llevado es la historia de trasfondo, esa que aparece en cada
cuento como un detalle accesorio, una información de background del personaje, una imagen poética inserta en el texto
narrativo sólo para embellecerlo (supuestamente), en estas cosas pequeñas si
prestamos atención podremos encontrar multiplicada por cien cada página».
Lauristely Peña Solano
«Este volumen reúne quince cuentos escritos por la
aclamada escritora dominico-americana Kianny N. Antigua. Ella hace parte de una
generación emergente de nuevos autores con identidades transnacionales y una
amplia gama de intereses y temas por tratar. Esta colección incluye una
variedad de historias que siempre son intrigantes y envolventes para el lector.
Kianny no le tema a llamar las cosas por su nombre, su escritura es atrevida y
valiente».
Carlos Aguasaco
«Estos cuentos son cortos e ingeniosos. El que da
título al libro es una picaresca de estos tiempos y le queda muy bien: un
chamaco que es un ladronzuelo por gusto y termina siendo el héroe. Mi cuento
preferido es “Tras la sombra del cuerpo”. Una muchacha robusta, buenona, tiene
una relación con un hombre que raya la madurez. El padre de la jeva se ve
derrotado ante el deseo, lo que es una buena metáfora de la defectuosa máquina
paternalista imperante en Dominicana. Es un cuento erótico que brega con las
políticas de la moral y la muerte; un cuento bien escrito, con una trama
creíble y una anécdota abominable».
Rey Andújar
«Si se ahonda en la actitud desafiante de los autores
que lo adoptan, el lector hace un gran descubrimiento: estos autores tienen una
sensibilidad social que, de repente, nos sorprende. En el mundo inquietante de
Kianny Antigua, este hallazgo no es fortuito; está en la manera en que la
autora desarrolla los temas. […] Lanzo una mirada sin subterfugios a una obra
cuentística llena de atropellos y paradojas que, sin yo advertirlo, se
convierte en carne propia, en sentimientos penetrantes que hacen más rica mi
experiencia como persona. Hablo de una materia quebradiza que, finalmente,
convence, porque es real; es sincera; es, sobre todo, seductora».
Manuel Salvador Gautier
«Una vez más me alegra íntimamente tu trabajo
por su variedad, sus obsesiones vivas y reales, sus módulos abiertos de
lenguaje, un lenguaje a veces normativo y otras terso y fluido y bifurcado,
densidad en la transparencia y transparencia de una honda densidad, amén de que
sabes variar temas, ideas, géneros, con un lenguaje donde Dalila o unos copos
se entremezclan en danza vivaz y precisa con fritangas de sitios propios que no
excluyen sitios ajenos».
José
Kozer
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